miércoles, 23 de enero de 2008

heidi la de las cabras

este es un relato sobre heidi la de las cabras no confundir con heidi la niña de los alpes.


Heidi vivía con su abuelo en los Alpes..... o ese quizás fuera Marcos? Da igual, el caso es que vivían retirados del mundo, en una cabaña mísera y llena de escorchones por todas partes. La decoración era buena, ya que Heidi estuvo estudiando por un tiempo decoración interior, y eso se hacía notar, sobre todo en el estampado de las cortinas.
A pesar de tener solo 41 añitos Heidi ya se estaba planteando independizarse y dejar aquel lugar que a veces la agobiaba un poco. Veréis, es que a Heidi le encantaba charlar, y las cabritas últimamente no estaban mucho por la labor, además tenían muy poco vocabulario y Heidi siempre se quejaba de ello.
También tenía a Pedro. Con él pasaba largas tardes en la pradera. Todas las mañanas, después de ordeñar las cabritas, Heidi iba al encuentro de Pedro.
Heidi estaba un poco preocupada por la vejiga de pedro, ya que siempre que se lo encontraba lo pillaba meando. Todos los días se repetía la misma conversación.

- Pedro, dónde te metes?
- joder Heidi, te he dicho que me avises al móvil cuando vayas llegando
- es que no tengo batería, pero qué haces?
- estoy aquí terminando de mear.

De fondo se escuchaba una oveja, cuyos balidos eran bastantes escandalosos.
Pedro era muy cariñoso con sus ovejas y no se separaba de ellas ni para ir a orinar.

- Ya está, qué pasa Heidi. Y cómo anda el viejo hoy?
- Ah, pues bien. Allí lo he dejado haciendo sus quesitos.
- Oye niña, y tú cómo estás? Te duele la cabeza?
- A mí, no. Me encuentro muy bien.
- Te encuentras bien? Entonces, follamos?
- Joder Pedro, siempre estamos igual, eh!! Quieres que se lo diga a mi abuelo?
- Joder tía, deja ya de amenazarme con el viejo, que llevas 35 años igual.
- Pues deja de decir marranadas, ya sabes que soy virgen, y que aún no estoy preparada para dejar de serlo. Soy joven, ya habrá tiempo. Anda pásame el porro!
- Pues tú misma, pero al final se te secará la hierba buena, ya verás!

Heidi no entendía que coño tenía que ver la hierba buena con ese asunto, pero por si acaso, ni preguntaba.
Como todos lo miércoles, Heidi se preparó para bajar al pueblo. Era el día que ponían el mercadillo. El abuelo y ella tenían un puestecito en él, desde hacia muchísimos años. La venta de quesitos marchaba viento en popa, la gente se lo quitaban de las manos. Al lado tenían un tío vendiendo zapatos, y a su izquierda una chica nueva que pintaba caricaturas. Provenía de la ciudad y se llamaba violeta.
Violeta estaba más rica que cualquiera de sus quesitos. Heidi la miró de arriba abajo sin cortarse un pelo. Desde que estuvo con Clara, su primer amor, nunca más se fijó en nadie. Ella sufrió esto igual que se sufre unas hemorroides, en silencio.
Nunca había estado con una chica, pero estaba claro que le iban. Y mucho más después de observar los machos que habitaban por la zona.
Heidi observó a Violeta, y a su vez vio que esta la observaba a ella sin dejar en ningún momento de pintar. La voz de una clienta la volvió a la realidad.


- niña, este queso que es de cabra o de oveja?
- no se, pregúntale a mi abuelo.
- tu abuelo no es ese que está tirado en el suelo?
- Hostias, abuelo, qué te ha pasado?

Un agente de policía que se encontraba por allí en aquel momento, llamó a una ambulancia y se lo llevaron.
En el hospital le diagnosticaron una importante alergia a los lácteos. Sí, ya se que no tiene sentido, que el viejo tenía más de 90 años y que llevaba to su vida bebiendo leche y comiendo quesitos. Pero es que este relato no tiene ni pie ni cabeza y como soy yo la que escribo si quiero que el viejo sea alérgico a la lactosa, pues lo es y punto.
Bueno, decir que la nieta se quedó atendiendo el puesto, porque el abuelo, que era bastante rácano, no permitió que lo cerrara para acompañarlo al hospital.
A todo esto y ajena al ruido de la ambulancia, la chica del puesto de al lado seguía pintando y pintando. De pronto dejó de hacerlo y se acercó a Heidi.

- Hola, me llamo Violeta.
- Hola, yo soy Heidi.
- Te he hecho un retrato.
- Ah sí?? A ver, a ver...

Heidi se acercó al puesto de violeta para ver su cuadro. Cuando lo vio comenzó a reírse.

- jajajajaja, jajajajaja, jajajaja, que graciosa la caricatura. Muy buena, que rara estoy. Ajajja, jajajjaja. Me gusta más que ninguna de las que tienes ahí!

Violeta se puso seria y los ojos casi se le llenan de lágrimas.

- qué pasa Violeta, te encuentras bien?
- Sí, es que no era una caricatura. Yo no he dibujado una caricatura en mi puta vida.

Menudo corte que se llevó Heidi. No se puso roja, porque ya lo estaba desde que su madre la trajo al mundo. Heidi no tenía dos mejillas, tenía dos fresas estampá en la cara. Que cosita más exagerá de coloretes, coño!
Heidi quiso arreglar el tema alegando que ella de arte no entendía ni papa, pero violeta estaba demasiado deprimida como para dejarse consolar con excusas tontas.

- No, Heidi, si tienes razón. Mis cuadros son malos.
- Que no, tonta, tus cuadros no son malos, tienen estilo!!
- tú crees?
- pues claro, anda ven y tómate un vasito de leche fresquita.

Violeta iba a aceptarlo, pero de pronto recordó al abuelito de Heidi con su respectiva ambulancia, y se rajó.

- No, déjalo, ya me tomo mejor un nestea sin azúcar, es que estoy a régimen.
- Ah, vale! Oye violeta..y dime, dónde paras?
- Ah, pues en un hostal que hay en el pueblo, está un poco sucio y el viejo que lo atiende está bastante salido, pero es que no hay otra cosa.
- Si quieres te puedes venir conmigo. Estaremos solas, yo creo que al viejo le quedan por lo menos 3 o 4 días en el hospital, contando con q no la palme antes, claro.
- Ah, pues no sé, es que no estoy segura.
-
Heidi se acercó por detrás a Violeta y empezó a masajearle el cuello. Acercó la boca a su oído y comenzó a susurrarle....

- Tengo una cabañita, no es muy grande pero si miras por la ventana redondita de mi habitación, puedes ver una montaña, que de lejos parece una mujer desnuda.

(jajajajjaja, vale..vale, esta frase la he copiado. Os suena, no?
La chica miró a Heidi y con mucho tacto le preguntó..

- Heidi, tú eres lesbiana?

Violeta es que era una chica bastante avispada y se percataba de las cosas enseguida.

- Eh, yo? No, por qué dices eso?
- porque me has masajeado el cuello, susurrado al oído y chupado con tu lengua?
- Ahhhhhhh, no..no, aquí es que hablamos así.
- Ah, vale! Que raro habláis, no?.
- Pues no sé.....y tú lo eres?
- Yo?, ah, no..para nada.
- pues ya está, aclarado queda. Te vienes pa mi choza o no?
- Sí, sí...me iré encantada.
-
Esa noche hacía un frío tremendo. El viento soplaba muy fuerte y violeta estaba asustada.

- joder, que miedo, no?
- tranquila no pasa nada, es que aquí arriba sopla mucho más el viento.
- pues a mí me da miedo. No estoy acostumbrada.
- Si quieres puedes acostarte conmigo. Si quieres...claro!
- Vale..gracias, mejor.
- Las chicas se acurrucaron debajo de las mantas. Violeta se abrazó a Heidi, y esta empezó a ponerse nerviosa. No sabía que hacer, pero al final decidió devolverle el abrazo y también se aferró a ella.

Heidi empezó a mover la manita, como quien no quiere la cosa. Al principio la bajaba y subía, en un corto espacio del terreno de violeta. Luego decidió explorar un poco más el territorio, y por último y cachonda perdía se tiró encima de violeta, del mismo modo que se tira un niño en una colchoneta inflable.

- ahhhhhhhhhhhhh, me has hecho daño, joder Heidi que bruta eres!
- perdón, perdón. Es que me ha podido la pasión.
- pues tú no decías que no eras lesbi?
- ya, pero me acabo de convertir hará cuestión de 10 minutos. anda, conviértete tú, tonta, y echamos un kiki!
- jo, es que no sé, y si no me gusta?
- que sí niña, que sí te gusta, venga que te voy a hacer un montón de cositas que me enseñó clarita, ya verás que bien lo pasamos.
- y quién coño es clarita? Pero tú con cuantas tías has estado?
- que no, que yo con ninguna, que clarita es una amiga de la infancia experta en sexología, pero que no tuvimos nada. Solo me dio una serie de consejos...para sacarle más partido a mi lengua. Nada más.
- Bueno vale, pero follamos en el cuarto de tu abuelo, que eso me pone un montón!
- Vale, follamos donde tú quieras cariño, venga quítate ya algo joder.
- Las dos se fueron corriendo al cuarto del abuelo, niebla las seguía. Que casualidad, este perro todos los putos capítulos de Heidi dormido, y ahora el cabrón no tenía sueño!
-
Heidi echó a nieblas como pudo de allí, y cerraron la puerta.
Las dos se lanzaron a la cama del abuelo, pero no duraron ni dos segundos en ella, porque la cama olía a perros muertos.

- joder que asco tu abuelo, no? Desde cuando no le cambias las sabanas?
- pues no sé, no lo recuerdo. Es que es mu suyo pa sus cosas, y no le gusta q entre en su habitación. Pero eso que más da, venga tú no te me vayas a enfriar ahora. Vamonos abajo y lo hacemos junto a la chimenea, que es más romántico.
- Vale, venga...pero el perro enciérralo tía, que me da mal rollo como nos mira.

Las chicas se acomodaron en una manta, allí en el suelo, al calorcito de la lumbre. Ay, que agustito que estaban. Abrieron una botellita de vino y pusieron un cd de camela para ir creando ambientecito.
Heidi se acercó mucho a Violeta y empezó a meterle manos por todos lados.
Violeta miraba el techo, intentando captar algo con la mirada

- Aquello que cuelga de la lámpara q es?
- eso..? ah, es una telaraña, la tenemos desde hace un montón de años, la araña ya murió, no te preocupes. Tú concéntrate, joder. Venga cierra los ojos.

Violeta cerró los ojos, y Heidi comenzó a tocarle allí donde da gustirrinín.

- te gusta?
- Phis
- como qué phisss, te gusta o no?
- no sé, es que no noto nada.
- y ahora?
- no, tampoco.
- y así?
- así menos.
- joder, pues no sé. A ver, ábrete más que voy a buscarte el punto g.
- y eso que coño es? Y por q lo tengo que tener yo?
- lo tenemos todo, es una parte de tu sexo que si lo tocas te vuelves loca.
- Ah, pues vale. Es la primera vez que lo oigo nombrar.



Heidi metió la mano ahí como si fuese un tocólogo con mala leche.

- Ahhhhhhhhhhhhhh
- qué pasa, te gusta?
- que no tía, deja ya de retorcer los dedos.
- Joder, pues no sé, a ver voy a probar con la lengua.

Heidi empezó a darle lametazos a Violeta como si de una vaca se tratara, y la chica empezó a desternillarse de la risa.

- pero por q te ríes?
- es que me haces cosquillas.
- pero no te tiene que dar cosquillas, te tiene que dar placer
- y yo que culpa tengo.
- a ver, estate quieta que lo intento otra vez.
- pero de que coño te ríes ahora, si aún no te toqué?
- ya, pero me imagino que me vas a tocar y me da la risa.

Heidi empezó a cabrearse bastante, las bolitas de sus ojos, estaban a puntito de salir de ellos.

- bueno, mira..mejor voy por nata, a ver si así conseguimos algo.
- si tía, y trae también helado de turrón de la marca jijonenca, que tengo un montón de hambre.
- pero que dices, que la nata es para echártela por encima.
- joder, qué pasa que no tienes plato?
- pero que yo te la echo y luego te la chupo.
- si claro, que lista. Y yo no como!
- si tía, tú luego me la echas a mí.
- pero es que yo prefiero comérmela en plato.

Heidi ya terminó de cabrearse, no podía más...así que muy decidida le dijo a Violeta.

- bueno tía, po venga, hazme tu algo?
- el qué te hago?
- no sé, méteme un dedo.
- no, que me pringo..
- pues no sé, me metes la lengua.
- sí hombre, que asco..peor aún.
- pero tía, tú quieres q follemos o no?
- yo no, joder. Si ya te dije que no me iban las tías.
- Ya joder, pero por intentarlo que no quedara. Y ahora qué hacemos?
- No sé....tienes parchís?
- Sí, sí que tengo, espera que lo traigo.
- wayyyyyy, me pido las rojas!!
- y una mierda las rojas son mías!!
- joder Heidi, como te pones por un colorcito de na!

Heidi miró a Violeta con cara de estar recién atropellada por un tren, y dijo algo entre dientes, que no se le entendía muy bien.
- hija..p...a.

Y así termina esta historia. Espero que os haya excitado tanto como a mí al escribirla.

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