miércoles, 28 de mayo de 2008

antiguos movimientos sociales de el salvador

Los movimientos sociales en El salvador se pueden detectar tres grandes momentos: El Nacimiento de el Movimiento de Artesanos: Uno de los primeros movimientos social registrados en El Salvador, es el de los artesanos a finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Rafael Menjivar cita, acerca de las razones principales para que surgiera este movimiento, que :”Tiene su origen en la descomposición de gremios novohispánicos, en toda la época colonial y en El salvador que se encontraba como parte del reino de Guatemala, corporaciones insertas en una amplia red de relaciones ligados orgánicamente en el ayuntamiento a la iglesia y a la corona”[1].
El movimiento de artesanos luchaba en contra de las largas jornadas de trabajo a las que eran sometidos, de 12 a 14 horas diarias; despidos injustificados y malos tratos. A esta iniciativa se unió, algunos años después, la organización de ferrocarrileros y campesinos para así intentar formar los primeros sindicatos en el país en 1914 y no es hasta 1924 que estos se consolidan como tales[2]. El auge del movimiento social, donde ya consolidado el movimiento se comienzan a buscar iniciativas que mejoraran las condiciones de laborales para los trabajadores que consolidaba un 10.6% de la población económica activa del país[3]. Una de los principales avances logrados para esta época fue la ley de registro de agrupaciones obreras y gremiales y la jornada, de las ocho horas, excepto los trabajadores del campo. La represión nacional de 1932, donde se lucho porque se cumpliera con todos los acuerdos establecidos y se establecieran horarios más justos para los campesinos, dejo un saldo de 30 mil personas dejando en un proceso de reflujo su participación. El segundo momento importante es el nacimiento del movimiento de los obreros. Este movimiento tiene más que ver con el modo de producción capitalista, debido a que son trabajadores de la industria. A medida este movimiento social fue teniendo fuerza, el sistema, también, implementó medidas de contingencia tales como leyes que contrarrestaban los avances de medio siglo de luchas. El impacto de este movimiento fue la jornada de lucha contra la dictadura del Coronel Martínez con la participación en la huelga de brazos caídos en El Salvador. No es hasta finales de los 60 que se comienza a recuperar un poco del terreno perdido durante la dictadura de Martínez. Se considera como el resurgimiento del movimiento obrero salvadoreño debido a la consolidación de muchas gremiales y sindicatos en la área de educación, textilera, transporte, comercio, entre otros. Y el tercer momento es el nacimiento y consolidación de los frentes revolucionarios y su contra parte los “nacionalistas” ahora conocidos como los partidos ARENA y FMLN

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EL POEMA DE HIERRO

Dame un poema de hierro que restalle sobre las

vacías cabezas

y una mano firme en la muesca de la antorcha,

un poema de sangre y de huesos impacientes

y la pluma de carne firmando sentencias

en las culposas mentes de los jinetes locos;

que convierta en sal a los cobardes, un poema de

hierro

oxidado y torvo pateando en el estanque a

medianoche,

cuando ni los muertos sueñan con la aurora.

Un martillo de palabras para dejar al mundo con las

cuencas vacías,

rabioso ademán, piedra encendida en la boca de los

que duermen

mientras el agua sube en el Gran Cuarto Esférico;

un puñetazo en el sexo de la muchacha arrodillada,

idiota, paciente humanidad,

que no ve, que no oye,

sólo conversa con las cenizas de sus dioses muertos.

POEMA AL ORO

El oro cubre
la ciudad de los antiguos.
Oro en la escama de la serpiente
y en el pico del ave,
oro en la torre y en los ojos del vigía.

Tiernamente buscamos
al hombre en su trabajo,
sus costumbres de vida y de sueños;
más tiernamente aún
aparece un dios
que sin oro sobre la cabeza
habla con el pájaro de la mañana.

En esa amistad,
canto del alba y de la sangre,
descubrimos
las visiones de una raza;
lo que liga y prende,
aquello que hace el amor con la piedra
y es cuerda tirada a la memoria.

Un alto mar religa.
El hombre, el oro y la voz del pájaro
son un solo y misterioso corazón.

De plata

De plata sueña el mar,

bajo la luz esquiva de la tarde.

Navegando sin rumbo, lentamente,

en jirones de niebla vuela el viento.

No hay nada más allá, ningún camino,

nada en el horizonte transparente.

Sólo esta soledad, este silencio

que insiste como un eco en repetirse.

Sólo esta luz que acecha en mis pupilas:

De plata, fría y dura ... siempre hiriente

Se escucha un rugido profundo

en la inmensidad del valle

despertando asustados

a todos sus habitantes

Despiertas con fuerza de tu sopor

rugiendo con rabia, ira y dolor

desde el fondo de tu corazón.

Escupes hacia el cielo

formando rojos destellos

envueltos en un manto negro

El viento aviva tu calor,

tus lágrimas de fuego son

se deslizan por el valle

inundándolo de horror.

Eres ardiente y hermoso

admirado a la distancia

mas tu cercanía

hace peligrar las vidas

El fuego baña tu cuerpo

la lava inunda tus laderas,

dejando un manto desolado

al paso de tu llanto.

Eres volcán... calor

bajo las purpuras solares

fuego que germina como azahares


Cual rubí, apreciando

esa belleza guardada

Eres Tú, admirado en la distancia.

Eres volcán... reflejo de fuego

Horror, desolación y tormento

cuando vacía

toda la fuerza que llevas dentro

Montañas del fin del mundo

Espesura de bosques entre rocas graníticas,

vagido de vientos caminando sin destino,

roca pulida, esculturas de miles de años,

aguaceros de nubes arrojándose al piso,

alturas inmortales desafiando cielos,

desafiando aves enfrentando al viento.

En la tormenta subo hasta la cima,

rumor de vientos, entre notas de flautas,

a lo lejos un piño perdido de cabras.

Desde lo alto, surco el cielo,

desde abajo un pez mira a los hombres,

mientras un ciervo bebe el agua del río que aún no se contamina.

Expansión de sentidos esperando la tarde,

quietud de silencios entre vientos heridos,

soledades de imperios que ya no existen,

soledades de indígenas que buscan sus ciudades aladas.

Poema El Lago de Javier del Granado

Sobre el terso cristal de malaquita
que aprisiona el soberbio panorama,
el carcaj de la aurora se derrama
y el bridón de los Andes se encabrita.

Su ala de nieve la leyenda agita,
muerde las islas una roja llama,
y de la ola el sonoro pentagrama
el hachazo del viento decapita.

Sofrena el sol su cuadriga en el Lago,
salpicando de lumbre los neveros,
y en el lomo de fuego del endriago.

Emergen de la bruma del pasado,
la sombra de los Incas y guerreros,
bajo el palio de un cielo constelado.